miércoles, julio 27, 2011

El fin de los mitos

Mi amado Odiseo:

Por años he postergado la decisión que ayer, finalmente tomé.

Mucho tiempo ha pasado sin verte, aguardando pacientemente tu regreso. Hoy, te puedo contar que estas, mis primeras horas luego de haberme decidido no hay sido fáciles ni placenteras: estoy tan acostumbrada a tu perenne ausencia que aunque en la realidad todo es igual (sigo estando sola), la esperanza de que algún día regresaras conmigo/por mi no murió al mismo tiempo que mi determinación de no esperarte más cobró vida. Ella, ha estado agonizando y pereciendo de a poco, lenta y dolorosamente.

Es tan profundo el hueco que con miles de historias falsas quise cubrir, que temo que ahora que ya no tengo el abrigo de mis mentiras, se me congele lo que me queda de corazón y mi semblante se quede vestido de desolación.

No estás.
Nunca has estado.

Lo presente en esta casa son los hilos con los que construí la cortina detrás de la cual me escondí para no tener que llorar por tu ausencia.

No estás.
No estás y no te importa.

Los rumores de Circe o los peligros de los cíclopes sólo me alentaron a seguir creyendo que, terminado el fragor de la batalla o la emoción de la conquista, volverías a/por mí. Pero no pasó. El mar no te regresó, aunque tampoco te llevó consigo, erosionando así como hace con la piedra las muchas justificaciones y explicaciones que para tu ausencia creí.

No estás.
No estás y no hace ninguna diferencia que te espere. La esperanza ya no es suficiente.

Eres el primero y más elemental de mis anhelos, pero ya no puedes ser el único.

Tu casa en Ítaca siempre ha sido mi hogar, pero ahora sus habitaciones vacías me desangran.

No estás.
No estás y yo tampoco.

Ayer rompí la rueca en la que todos los días hilaba la ilusión de tu regreso.

Vuelve cuando quieras, aunque ya no estaré aquí.

Te ama, siempre.
Penélope.

miércoles, julio 20, 2011

De las reales

He aquí que encuentro ante una auténtica coyuntura en mi vida y la decisión que lo cambiaría todo es justo la que no quiero tomar.

Todavía.

viernes, julio 01, 2011

De fantasmas y árboles eternos y gigantes

No se puede vivir de recuerdos. No. Las amistades no sobreviven de recuerdos, el resentimiento, por otro lado, crece y crece como abdomen de mexicano con dieta gringa. Hay pocas cosas que deteste tanto como los "te extraño" acompañados de 0 llamadas telefónicas, 0 correos, 0 mensajes o intentos de contacto en absoluto durante meses o años. No los creo.

Es como que si se pensara que la amistad es el equivalente sentimental de un sequoia y crecerá hasta alturas insospechadas y vivirá miles de años porque sí. Lo que es más, es como creer que el sequoia va a crecer así como a huevo nomás porque es sequoia, sin importar las condiciones a las que se le someten, el terreno en el que se le planta.

Siempre he sentido que soy olvidable o dejada atrás fácilmente. Veo con gran sorpresa como los que conozo siguen su camino con rapidez sorprendente mientras yo me quedo fuera de su vida preguntándome como fue que me perdi. Más de 3 décadas y lo que tengo es la madurez emocional de bambi dejado sólo en el bosque. Cuando se crece entre el anhelo de la aceptación y el absoluto terror al abandono, la envidia y los celos se pueden volver protagonistas frecuentes de las historias. Reconocer y desnudar a tus protagonistas delante de terceros, por otra parte, no es sencillo ni bonito, pero al menos termina con los "¿qué te pasa?" acompañados de rostros aparentemente desconcertados, como si en realidad no lo supieran. Luego, naturalmente, cada cosa que suceda o no, tendrá como justificación el "es que tú nos dijiste que".

"No quiero perder nuestra amistad". Basura mal oliente cuando en la realidad es muy claro que ya no queda nada y ni siquiera te otorgan el reconocimiento del final, de que hubo algo que pasó. Es mierda directo a la cara cuando tu experiencia fue de haber sido dejada sola, únicamente para que luego te digan que ni siquiera se dieron cuenta de que no estabas ahí. Ah, el ego.

Hoy mientras cenaba en un lugar que vio muchas de nuestras reuniones y me di cuenta de que la memoria del pasado no es suficiente, tuve este pensamiento inquietante:

¿Qué tal que por una vez, con razón o con capricho, la que abandona soy yo?

PD: Se pueden encontrar sequoias sempervirens, la única especie que aún existe, en los estados de California y Óregon en Estados Unidos, pero únicamente en las zonas donde la lluvia es abundante.