lunes, julio 31, 2006

Pido que gane Andrés Manuel

Afortunadamente desconectada de la novela política del país por un fin de semana completo, hoy en la mañana me desperté con la noticia de que la ciudad estaba tomada por cientos, quizá miles de los “hartos de la injusticia”, que el PRD pedía perdón, pero poquito, porque desgraciar el tráfico no es lo peor que va a hacer, que Encinas habló sobre el inalienable derecho de los ciudadanos a manifestarse pacíficamente, siendo la de hoy una muestra de la inconformidad de quienes no van a permitir que se perpetúe el “crimen en contra de la democracia” y que el vocero de la presidencia ya se lavó las manos y no planea hacer nada.

En la oficina alguien participó en la larga polémica causada por el mail de moda (“voto x voto”) opinando en sentido de lo poco o más bien lo mínimo que podremos hacer ante el futuro que nos espera independientemente de quién sea nombrado presidente, habló de oportunidades de negocio concretas, de caminos a la prosperidad de la empresa en la que laboramos, yo no pude sino sorprenderme de su capacidad de encontrar algo bueno de todo lo que está sucediendo. Pero eso probablemente porque en estos momentos, la esperanza y el optimismo no son algo que me sobre.

A estas alturas del partido no creo que ni Calderón ni López Obrador puedan/quieran hacer algo por el país. Ahora se trata de ganar porque las yemas de uno son más amarillas que las del otro, porque cada uno cree que tiene el pene más grande.

Tal vez tengan razón quienes afirman que estamos ante el mismo caldo de cultivo que generó la Revolución de 1910 (con mayúsculas, porque hay movimientos que merecen nuestro respeto), el pueblo está cansado y no va a tolerar un engaño más. Sea por AMLO, que no por Dios, espero que el TRIFE le dé la razón y que lo nombren Presidente, para que así, los oprimidos de la tierra encuentren la libertad, los pobres sacien su hambre de justicia y progreso y paguemos, finalmente, nuestra “deuda histórica” con los menos favorecidos.

Sí, que así se haga, para que entonces a todos esos pobres que dejarán de serlo bajo el mandato de AMLO se les acaben los pretextos y cambien la queja por el trabajo.

Sí, que a los Frentes por la Defensa de la Tierra se les restituya el patrimonio, que las madres solteras aseguren la educación de sus hijos, los ancianos su pensión, los vendedores ambulantes su espacio en el Centro Histórico, que se provea a los marginados y discapacitados los servicios médicos que por derecho les corresponden.

Que Andrés Manuel nos traiga la paz y logre lo que ni el socialismo pudo. Que se vacíen las arcas y se reparta el dinero a todos los pobres.

Yo por mi parte agradeceré que siendo orgullosa hija de un hombre cuyo padre, de oficio barrendero, sólo le pudo costear la educación primaria y de una mujer que renunció al sueño de ser doctora porque el salario de costurera de su madre no le permitió seguir estudiando, tenga un trabajo en el cual ejerzo mi carrera y esté además estudiando otra, cuente con un automóvil y la oportunidad de viajar y de ser independiente y autosuficiente. Las mías son todas bendiciones, el trabajo y el estudio de mis abuelos, mis padres y el propio seguramente, nada tuvieron que ver.

Si usted habla de progreso
nada más que por hablar
mire que todos sabemos
que adelante no es atrás

Si está contra la violencia
pero nos apunta bien
si la violencia va y vuelve
no se me queje después

Si habla de paz pero tiene
costumbre de torturar
mire que hay para ese vicio
una cura radical

Si está entregando el país
y habla de soberanía
quién va a dudar que usted es
soberana porquería

No me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro

No me ensucie las palabras
no les quite su sabor
y límpiese bien la boca
si dice revolución

Las palabras
Mario Benedetti

lunes, julio 24, 2006

La de cosas que me gustaría tener para mi cumpleaños.

  • Dos semanas de intensa pasión con Lenny Kravitz
  • Dos semanas de intensa pasión con Brad Pitt
  • Luego de cuatro semanas de concupiscencia la pasión ya no iba a ser tan intensa, pero aun así, remataba con una semana con Edward Norton
  • Un mes de vacaciones
  • Un Seat Córdoba Blitz color negro mágico ( yo no le puse ese nombre gay al color)
  • El peje enfermo de leucoplasia
  • Certificados de regalo de Gandhi y tiempo para leer mis libros
  • Certificados de regalo de Mixup
  • Una suscripción a la revista Algarabía
  • Girasoles y Tulipanes
  • Un abono para la próxima temporada de ópera en bellas artes
  • Alguien dispuesto a ver el "Lago de los Cisnes" el próximo abril
  • Un boleto para el concierto de los Strokes
  • Y otro para Franz Ferdinand
  • Un buen lugar en el auditorio para ver "Aida"
  • Un fin de semana para ir a Querétaro a ver "Carmina Burana"
  • Una cena en La Strega
  • Un viaje al desierto de Sonora
  • Una llamada telefónica u otra señal de vida de...
  • Un osito de peluche de Taiwan, una cáscara de nuez en el mar, suavecito como alfombra de piel, delicioso como dulce de leche
  • ...ah, y la paz mundial.

viernes, julio 07, 2006

Una serie de eventos desafortunados.

Sucede que cuando más tratas de evitar o posponer una tarea, más rápido que de inmediato las circunstancias se acomodan para que no tengas otro remedio que enfrentarla.

Tenía ya 25 días tratando de no-pensar-en, con una actitud de aparente indiferencia, primero por el fin de semestre, después por la preparación del curso que voy a dar, las decisiones difíciles por tomar, por mi dolor de muela, las elecciones y muchas otras actividades que me protegían con su ruido. Una noche, cuando luego de una reconciliación inesperada platicaba con un amigo, caí en la cuenta de que todo aquel discurso que le daba, podía en algunos de sus puntos, los más importantes, decírmelo a mí misma.

Reí, porque más allá de mi actitud de “la princesa tú las traes y a ese toro por los cuernos”, estaba a punto de cumplir un mes fugándome. Hasta que la realidad se impuso de golpe, literalmente hablando.

El día 4 sufrí un choque por alcance. Detenida, escuché la llantas del otro aferrarse con desesperación al piso, levanté la mirada hacia al retrovisor y supe que iba a pasar, por instinto mi cuerpo se tensó y se preparó, segundos después, recibió el impacto. Lo primero que me dolió fue la cabeza. Apagué el carro, salí a revisarlo, le pedí al niño que manejaba el automóvil que llamara a su seguro, regresé al mío para hacer lo propio. Marqué a mi casa y después, a todo el que estuviera disponible. A todos, menos a uno. Tristemente, era a quien más ganas tenia de llamar.

Luego, el ruido correspondiente: ajustadores, doctores, radiografías, analgésicos y relajantes musculares, permanencia horizontal absoluta por dos días, de pié únicamente para ir al baño y comer.

Estando en esa posición se pueden hacer un par de cosas muy interesantes, yo, sin tener opción a ninguna otra, sólo pude pensar. Finalmente, me rendí al proceso, no podía postergarlo más.

El dolor físico me ayudó a disfrazar el emocional y pude llorar bajito mi pérdida, consciente de que sí sucedió y que se terminó probablemente porque estaba funcionando muy bien, pero sobre todo sabedora de que esto, también pasará…