martes, octubre 14, 2008

Compartiendo

Gerardo, quien se encargaba de tocar magistralmente el bajo eléctrico en mis lejanos años como voz principal en la rondalla de la Bátiz, publicó esto en su blog. El autor se llama Juan Miguel Zunzunegui (su blog, acá). Lo leí y decidí compartirlo con ustedes. No es una nota escrita recientemente, se nota por la temporalidad de los hechos recientes que comenta, sin embargo, el core del escrito permanece.

ADVERTENCIA (para mis amados amigos perredistas): requiere de una ligera (muy ligera) amplitud de criterio. Abajo se hacen algunos juicios de valor con los que puedo no estar de acuerdo, sin embargo, tan negativa (y peligrosa) me parece la frase "es un peligro para la nación" como la de "es el presidente legítimo". Si no desean trascender por 10 minutos la historia, mejor es que no lean.

MASIOSARE: UN EXTRAÑO ENEMIGO
Juan Miguel Zunzunegui.

Masiosare, ese extraño enemigo del que se hace mención en nuestro himno nacional, ha reaparecido y está nuevamente entre nosotros: profanó con su planta nuestro suelo y está listo para destruir a México. Lo triste es que Masiosare es extraño pero no extranjero y de hecho ha estado eternamente entre nosotros; el principal y más terrible enemigo que ha tenido por siempre el mexicano y es el mexicano de al lado, dispuesto a hacerlo pedazos.

Los mexicanos tenemos esa terrible y maravillosa tendencia a achacar todos nuestros problemas a alguna misteriosa y maquiavélica fuerza ajena a nosotros: perdemos el mundial porque el árbitro está en contra nuestra; en las olimpiadas los jueces de la caminata están en contra de los mexicanos; Fernando platas no le cae bien a los jueces de clavados y por eso lo califican mal; seríamos ricos si los españoles no nos hubieran conquistado; seriamos potencia si los gringos no nos hubieran quitado el territorio del norte y hubiéramos ganado el mundial del 94 si Bora hubiera hecho los cambios y metido a Hugo. Por supuesto, López Obrador hubiera ganado si no fuera por el complot de la derecha internacional orquestado, con el cariño de siempre, por el osito Bimbo.

Nunca se nos ocurre pensar que los problemas de los mexicanos pueden ser culpa de los mexicanos, principalmente porque somos enemigos unos de otros.

En casi todos los países del mundo, el ataque de un extranjero provoca la unión del pueblo por más dividido que esté. Aquí nos divide más. El presidente de TODOS los mexicanos (aunque hayan votado por otro partido) se llama Felipe Calderón. El señor se fue a una gira por Europa que tuvo bastante éxito y en la que desde luego nos dejó mucho mejor parado que su antecesor. En esta gira hubo cosas interesantes, se promovió al país, se le dio buena imagen, se dio confianza al inversionista…, pero las noticias en México le dieron más importancia a los berrinches del Mico Mandante Chávez.

Calderón, representante de todos los mexicanos, habló de unidad en Latinoamérica por encima de izquierdas y derechas. Mico Mandante Chávez no perdió oportunidad para arremeter en su contra, insultarlo y burlarse de él y por tanto, del pueblo de México. De inmediato los diputados y senadores del PRD y otros partidos hicieron la “Cargada”…, pero del lado del Venezolano: es necesario restablecer la relación con Venezuela, sin importar los insultos que su presidente inflija al nuestro.

Hace poco el señor Bush habló ante su parlamento, dominado por la oposición. Fue presentado por la presidenta parlamentaria, de oposición también, quien en vez de tomar la tribuna y manchar de café su bandera se dirigió a los presentes diciendo: “Tengo el honor de presentarles al presidente de los Estados Unidos de América”. No lo quieren, es su enemigo, su oposición, no es popular, pero es el presidente. Aquí lo obligamos a entrar a escondidas a la Cámara.

Calderón va a España a hablar con el presidente Zapatero y ese mismo día se le adelanta el líder de su propio partido, un loco, radical, megalómano ansioso de salir en los medios; para decir que Zapatero hace mal las cosas y que en realidad no está combatiendo el crimen organizado y el terrorismo. Esos errores no son casuales. Enemigos internos. “Fuego amigo”. Ya ni hablar del gabinete alterno que dentro del PAN están formando los ex funcionarios, como Abascal, Derbez y el mismísimo Fox. ¡Señores, ya se les acabó su sexenio, hay que cerrar el ciclo, pasar a lo que sigue, maduren!

Fox era muy malo para la diplomacia, terrible; pero lo que le hizo Castro de grabarle conversaciones y publicarlas es una canallada, digna eso si, de un dictador senil. Los diputados y senadores de la oposición fueron al monumento a José Martí a colocar una ofrenda al pueblo cubano en desagravio..., ¡y nuestro agravio qué!

Hace cien años decía Porfirio Díaz: la razón por la que le va mejor a Estados Unidos es que una vez que alguien gana la presidencia, el pueblo y los políticos se le unen para trabajar por la nación. En cambio en México, en cuanto alguien toma el poder, todos, enemigos y antiguos amigos, se ponen en su contra. Eso fue hace cien años y pudo haber sido dicho ayer. Mexicanos al grito de guerra.., pero entre nosotros.

Y este es el meollo del asunto, nos atacamos entre todos cuando deberíamos unirnos porque es una costumbre histórica heredada de generación en generación. Cuando México firmó su acta de independencia, el 27 de septiembre de 1827, nuestro primer día como nación libre, comenzaron los golpes. Unos querían un imperio, otros monarquía; de ellos, cada quien con un rey distinto; otros más se decantaban por la república, pero unos la querían federal y otros centralista. Eso nos hizo pelearnos todo el siglo XIX.

Cuando por fin los más importantes paladines de la independencia se pusieron de acuerdo, formaron un congreso que nombró emperador a Iturbide como Agustín I; al día siguiente, aquellos que pelearon a su lado ya peleaban en su contra.

Nuestro primer presidente, Guadalupe Victoria, encontró a su peor enemigo en su vicepresidente, Vicente Guerrero, quien al llegar a la presidencia encontró a su peor enemigo en su vicepresidente, Anastasio Bustamante. Otros grandes antagonistas fueron Benito Juárez y Valentín Gómez Farías, siempre que fueron fórmula de gobierno.

Y esa tan lamentada invasión gringa en la que perdimos medio territorio todo mexicano la recuerda, pero casi ninguno conoce los pormenores. Mientras los ejércitos invasores avanzaban por territorio nacional nuestros líderes se peleaban entre si por el poder. Dos Marianos eran los protagonistas políticos de la época; el presidente Mariano Paredes, al mando del mejor ejército del que México había dispuesto en su historia, en vez de defender a la nación de la invasión lo usó para conservar el poder. El otro Mariano; Salas, estaba en la capital proclamando la monarquía. Los yanquis desfilaban sin mucho disturbio a Palacio Nacional.

Y en la famosa Revolución Mexicana todos nuestros “héroes” se mataron entre si. Todos han pasado a la historia como buenos y tienen sus nombres en oro en el Congreso; pero el héroe Carranza mató al héroe Zapata, el héroe Obregón mató a los héroes Villa y Carranza y el héroe Plutarco Elías Calles mató al héroe Obregón. Por cierto que el héroe Calles fue expulsado del país por el héroe Cárdenas.

El proyecto de Guerrero era quitar a Victoria, el proyecto de Bustamante era quitar a Guerrero; el proyecto de Santa Anna era quitar al que estuviera; el de Juárez fue quitar a Santa Anna y el de Díaz quitar a Juárez. Madero tuvo un proyecto: quitar a Díaz; Obregón quitar a Carranza y Calles quitar a Obregón. El proyecto de Fox era quitar al PRI…,el proyecto del ciudadano López es quitar a Calderón.

Y en torno a esto último deberíamos reflexionar, sobre aquellas palabras citadas de Porfirio Díaz: ya es hora de que dejemos de unirnos para atacar al presidente, ya es hora de que el proyecto de nación deje de ser quitar al que tiene el poder.

Aunque el gringo promedio es Homero Simpson, son potencia mundial porque trabajan en equipo y porque a pesar de todo respetan a sus instituciones y a su presidente, mientras aquí Fernández Noroña trata de salir en la tele golpeándose contra el Estado Mayor.

En este momento decisivo de nuestra historia vemos una vez más a Masiosare enfrentando a todos contra todos. El ciudadano López está dispuesto a destruir y reventar este país antes de dejar que lo gobierne alguien que no sea él. Dicen que el pueblo unido jamás será vencido… ¿cuándo será el día en que México esté unido? Tal vez ese día si logremos derrotar a Masiosare: ese extraño enemigo.

martes, octubre 07, 2008

A veces, cuando leo...

... y entiendo algo, y aprehendo algo (así, con h) experimento sensaciones de profundo placer, o dolor, desesperación, intensa alegría, felicidad pura y también tristeza de la más genuina. Lo peor es no saber cómo compartir la sensación, ya sea para contagiar mi alegría o disminuir mi tristeza. No sé cómo contarselos. No encuentro empatía. He intentado con un par de personas, el relatarles lo que me pasa, lo que siento, eso que me transforma, pero ni siquiera me responden con un acuse de recibo. Nada.

Hace dos semanas lei sobre los Jóvenes Turcos y estuve en estado de gracia y gozo por 15 días, lo que cambió luego del 2 de octubre y me tiene llorando y sin ilusiones sobre un porvenir para nosotros, como nación. Aunque intenté compartirlo, no triunfé, quizá no elegí bien a mi confidente de demencias literarias.

Y me pasa lo que me imagino le ocurrió a aquel que salió de la caverna de Platón y vio, con la luz, el verdadero origen de las cosas. Pero afuera se sintió solo e incomprendido por ese mundo que no asimilaba las cosas como él (porque su origen e historia era distinto), así que regresó a la caverna a contarle a sus compañeros pero nadie le creyó, porque sólo conocían el mundo a través de las sombras proyectadas por éste en la pared. Entonces aquel que se aventuró en el viaje vivio iluminado y solo e infeliz. Incapaz de regresar a lo que antes era suyo y sintiéndose por siempre paria en el territorio nuevo que descubrió.

No, no digo que me crea una iluminada.

En realidad, lo que intento pedirles de manera no muy articulada es que, la próxima vez que me vean...abrácenme.