Ayer en la noche soñé que vivía en un departamento precioso en Madrid. Un día mi familia me visitaba y por alguna razón, eso me deprimía. Tenía un grupo de vecinas bien buena onda (la connotación normal de "buena onda", no la empleada por fabiruchis), seis en total, dos de ellas lesbianas, que para sacarme de mi depresión me llevaban no uno, sino dos strippers. El primero llegaba con accesorios como si fuera a una fiesta infantil: bigotes falsos, un sombrero de mago, frack y yo ... yo me dormia. Mientras él me preguntaba cómo quería el show, yo me recargaba en la ventana que tenía un vitral de un pavo real y me quedaba dormida. Profúndamente dormida.
Cuando mis vecinas regresaban (porque me habían dejado a solas con el stripper) y me preguntaban cómo me la había pasado, les dije que me había aburrido bastante y me dormi. Entonces, una de las dos lesbianas llamaba al segundo stripper y me garantizaba que él me iba a dar todo, menos sueño (¿y ella como sabía, si era lesbiana?...lo ignoro). Y pues sí, llegaba y todo él era como me gustaba: buen cuerpo, cara de atractivo violador, sonrisa perversa, de esas que invitan o dan miedo y lo más importante de todo: bailaba muy bien.
Esta vez mis vecinas no se iban y mientras el stripper comenzaba su chou, todas le gritaban !Hazle un 25!, !hazle un 25! (no, no tiene que ver con un 69) y me lo hacía y todo aquello era risa y diversión. Entonces la escena cambió y yo iba caminando alrededor de la alberca que había en el edificio donde vivía y me subía a un autobús con mi familia, se hacía de noche, llovía, recargaba la cabeza contra el cristal viendo la lluvia y me sentía de nuevo triste.
¿un libro de significado de los sueños?
¿alguien?
Cuando mis vecinas regresaban (porque me habían dejado a solas con el stripper) y me preguntaban cómo me la había pasado, les dije que me había aburrido bastante y me dormi. Entonces, una de las dos lesbianas llamaba al segundo stripper y me garantizaba que él me iba a dar todo, menos sueño (¿y ella como sabía, si era lesbiana?...lo ignoro). Y pues sí, llegaba y todo él era como me gustaba: buen cuerpo, cara de atractivo violador, sonrisa perversa, de esas que invitan o dan miedo y lo más importante de todo: bailaba muy bien.
Esta vez mis vecinas no se iban y mientras el stripper comenzaba su chou, todas le gritaban !Hazle un 25!, !hazle un 25! (no, no tiene que ver con un 69) y me lo hacía y todo aquello era risa y diversión. Entonces la escena cambió y yo iba caminando alrededor de la alberca que había en el edificio donde vivía y me subía a un autobús con mi familia, se hacía de noche, llovía, recargaba la cabeza contra el cristal viendo la lluvia y me sentía de nuevo triste.
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