El sábado, previo a mi salida a Michoacán, lo vi caminando de la mano de su esposa por enfrente de la casa de la cultura en la que tomo mi curso de fotografía. Se veía feliz .... y muy gordo.
Y yo, yo no sentí nada, ni hueco en el estómago, ni dolor, ni nudo en la garganta, ni llanto inminente, ni opresión en el pecho, incapacidad para respirar, calor en la cabeza, ni ninguna de esas cosas que solía sentir cada que pensaba en él.
Un amigo me dijo que el que se haya casado meses después de terminar conmigo por messenger iba a ser una herida como la de la espada del Nazgûl en Frodo, cicatriza, pero nunca va a dejar de doler del todo. No lo sé, cuando recuerdo la escena, vuelvo a no sentir nada.
Por hoy, como Galadriel, he superado la prueba.
2 comentarios:
Pff! Yo también quisiera decir que sentí nada, pero siento todo!
Saludos!
Ea!!! Así se hace!!!! Bien por tí!!!!
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